A Primera Vista – Erick Law – Primer Capítulo

Cada día de mi vida se repite el mismo patrón. Suena el puto despertador hora y media antes de entrar a trabajar. Mientras me desperezo, vuelve a sonar, por si me quedo dormido de nuevo. Mientras me cago en todo lo cagable, me preparo un café largo, bien cargado, para aguantar entero el día que me espera.

Siguiendo con el ritual matutino, me ducho y me visto con la ropa que he preparado cuidadosamente el día anterior. Impecable, sin una arruga. Con el nudo de la corbata bien hecho. Bien peinado. Con una buena dosis de colonia. Esperando que hoy se fije en mí.

Antes de despertarme del todo, me encuentro deambulando por los túneles del metro, camino del trabajo. Hoy también llegaré puntual.

Me engancho a la barra del vagón, mientras éste traquetea descontroladamente sacándome de mis casillas.

Cuando llego a la oficina, me esperan montañas de papeles descolocados. Carpetas con el membrete de inmigración, o del FBI, esperan captar mi atención, plantadas encima de mi mesa, repletas de fichas de tipejos que se creen que pueden escapar al control del gobierno. Hace mucho tiempo que me tienen aquí aparcado, sin la oportunidad de salir yo mismo de caza.

Que he hecho yo para acabar en las oficinas de control gubernamental. Es frustrante ver como todas las aspiraciones que tienes de joven se convierten en recuerdos arrinconados y llenos de polvo.

A Primera Vista - Jerry Wilson - Primer capítulo

Primer capítulo

A Primera Vista

Aprendí rápido, quizás demasiado, o quizás no. El caso es que aprendí. Aún hoy me sigo haciendo las mismas preguntas que ayer, y me imagino que las mismas preguntas que mañana, será ese defecto inseparable de los que quieren aprender, que nunca consiguen ver satisfecho su intención. Pese a mi corta edad, las ansias, ya que en realidad ha sido tal instinto y no uno menor, por el conocimiento han venido desde pequeño. Los libros azules, la letra grande, los dibujos cada vez con menor presencia… todo eso fue la evolución de lo natural. Pero por desgracia nada es tan bucólico, si es que entendemos el territorio natural como perfección, en ese caso, cada uno elige; mi elección, la ciudad.

–Siempre empiezas a elucubrar, nunca te contentas con la sencillez.

–Es un defecto como otro cualquiera, sé que te molesta, pero me es imposible controlarlo.

–El caso es que yo no puedo hacerlo, no es que no lo intenté, es que no quiero. Y como comprenderás, me aburre oírte siempre hacer el mismo discurso.

La ventana es de un vidrio opaco, me recordaba a las gafas de un antiguo compañero de clase, qué tiempos aquellos… ¿qué será de él? ¿Le habrá picado algún mosquito?... Mejor no sigo, por hoy ha tenido demasiado y no quiero colmar su paciencia. A través de ese vidrio la calle se veía muy mal, estaba todo distorsionado, parecía más bien que ese vidrio fuese mi concepción del mundo antes que un cristal real. La calle a estas horas estaba desierta, sólo había oscuridad, leves farolas altas, con cierto aíre a modernidad barata, iluminaban breves espacios por los que ningún transeúnte pasaba. El motivo de que yo me hallase mirando a través de la opacidad no era otro que el miedo, miedo a todo, pero sobre todo miedo al tiempo.

–Una vez me contaron, fíjate cómo es la vida, que el tiempo lo inventaron Ellos… Yo no termino de creérmelo pero ya sabes que soy muy influenciable y de difícil razonamiento.

–El tiempo fue inventado por las ataduras.

–Eso digo yo, vamos que no sé mucho, pero las ataduras tienen que ver con el tiempo hasta donde yo deduzco.

El tiempo… tema manido donde los haya, la ironía no se despega de mí. Primero me encuentro donde lo hago en este instante, segundo hay oscuridad fuera, tercero la veo a través de un cristal opaco y cuarto oigo hablar sobre el tiempo… La vida sí que es en este punto algo inventado por un ser misterioso. El tiempo para mí, en este piso cutre de esta calle cutre, es lo pasado, lo vivido, nunca podrás en él, siempre vives atrasado respecto a su concepción.

–¿Entonces… tú cómo ves el tiempo…?